Antonio Boyano de Paz. Novillero de Villalpando.


Mediados de Agosto, año 2007, se celebran las fiestas de San Roque, patrón de Villalpando, con multitud de actos de gran atractivo, pero hay que reconocer que esta es tierra de toros y cuna de toreros ilustres y por tanto el epicentro festivo está ahí, en los toros.


Lejos queda aquella tarde de 1957 en la que el gran maestro de la tierra, Andrés Vázquez (Niño de Villalpando) debutaba con caballos en Valencia de Don Juan, hoy les tocaba hacerlo y ante sus paisanos a los todavía novilleros Antonio Boyano (dos orejas y dos orejas y rabo) y Diego Luna (dos orejas y rabo), que junto con Santiago Fernández de Salamanca (oreja y dos orejas), completaban la terna.

Yo ni siquiera soy aficionado a la fiesta, pero este es un Blog de amigos y Antonio Boyano Martínez, padre del novillero, es por encima de todo, eso, un amigo, por tanto sirva esta pequeña reseña como reconocimiento a tanto esfuerzo, sacrificio y confianza ciega depositada en su hijo, y a él, a Boyano Junior que ha sido quien se lo ha trabajado duro, nuestra enhorabuena.

Este trabajo, junto con las ganas de triunfo y el arte, que sin duda ha heredado de su padre, es un combinado perfecto para pensar que esta llamado a ser una figura del toreo. Tiempo al tiempo.

Tarde soleada, plomiza, tarde de toros, el público acude a la plaza, que en número superior a 1.500 abarrotan los tendidos.

El reloj marcaba la hora señalada para el comienzo del festejo y los novilleros hacen el paseillo ante el público espectante.

Empieza la fiesta, dando suelta al primero de la tarde, el novillo tiene una salida natural y Boyano lo recibe con dos largas cambiadas y una tanda de verónicas, todas ellas ejecutadas con gran plasticidad y maestría. El público se lo premia con unánimes aplausos y el novillero a estas alturas de la lidia, ya está embuido de entusiasmo y confianza en sus posibilidades.

La faena avanza, y después de unos cuantos trasteos, Boyano se ha dado cuenta de las características y cualidades del novillo y salvo imponderables esta seguro del triunfo.

Muleta en mano, inicia unos cuantos doblones de castigo, naturales y pases por alto, desde los medios le propina tres tandas con la derecha citándolo desde muy largo, que provocaron el delirio en los tendidos. Sigue la faena, más naturales y más ayudados y entre ovaciones, proyecta al respetable el arte y sentimiento del torero que lleva dentro.
Suena la música, mezclada con esa letra tan sencilla pero penetrante para el torero y que el respetable emite al unísono cuando esta satisfecho y emocionado con la faena, OLE y OLE y más OLES. A estas alturas, el novillo ha decaído en sus condiciones físicas y por el contrario, el novillero se ha crecido, momento que aprovecha para hacer unos cuantos desplantes y demostrar su dominio sobre el astado.
Llega el momento crucial de la lidia, estoconazo alto hasta la empuñadura y sigue el delirio en el público que lo esta pasando en grande. El premio DOS OREJAS.

Llega el cuarto de la tarde e hincado de rodillas recibe al burel con una larga cambiada, a la que siguen una tanda de verónicas ejecutadas con gran temple y maestría.

Desde el centro del ruedo comenzó con unos naturales, para luego, invirtiendo los trastos seguir con una serie de derechazos, rematados magistralmente con sus correspondientes pases de pecho, que acabaron con la entrega total del respetable.

Llega la hora de matar y tras un pinchazo y estocada arriba, el público solicita insistentemente el primer apéndice que la presidencia otorga mostrando un primer pañuelo blanco, después un segundo y más tarde un tercer pañuelo verde. DOS OREJAS Y RABO, que pasea ante el cariño que le prodigan sus paisanos, al grito de torero, torero, torero.

Antonio Boyano ha brillado esta tarde con su particular sello y muy posiblemente estemos ante otro "Nono" o "Niño de Villalpando", ojala que así sea, te lo mereces, os lo merecéis.

Un fuerte abrazo,

Javier

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